Ir al contenido principal

Los amigos que se van

Bien dice el refrán: "Nada es para siempre".

Y el tema de las amistades es un tema que no se queda atrás.


A cuantos de los que me leen no les ha pasado que a su vida llegan personas que comienzan como simples conocidos, después de un tiempo se convierten en grandes amigos y luego, quizás, en familia. Lo compartes casi todo, forman parte de tu vida íntima, de tus experiencias que no a cualquiera invitarías, es decir; les entregas tu confianza y cariño, y un día, sin más, esa persona que ya era parte de tu vida, simplemente decide tomar otro camino ya no tan parecido al tuyo, decide formar, crear y vivir algo más, decide alejarse. Entonces, volteas a revisar tu pasado con esa persona, tus vivencias, reflexionas sobre los últimos días en donde todo parecía normal, y es ahí cuando te preguntas ¿qué paso?, qué fue lo que sucedió para que esa persona tomara tal elección, y tu mente comienza a volar hacia miles de posibilidades que quizás hayan sido el motivo. 

Pasado el tiempo, mucho o poco, puede que descubras las razones, o puede que no, ya que cada persona es un mundo y a veces, por más que creamos conocerlas, siempre, siempre, habrá algo de ellas que desconozcas, pues no todo mundo es un libro abierto.

Quizás hoy te cueste trabajo entender y tal vez hasta aceptar, pero recordemos que la amistad es un lazo bilateral, si una de las partes ya no siente que es su lugar, no te aferres en conservarla, permite que tome sus maletas y camine hacia donde sienta que es su sitio, porque cada uno de nosotros estamos exactamente en donde debemos estar y con las personas que debemos estar en este preciso momento, si la vida tiene un reencuentro para el futuro con esa persona, solito llegará, y si no, recordarás los buenos momentos, y créeme, seguirás tu camino acompañado de las nuevas oportunidades que la vida día con día te ofrece. 











Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo extraordinario de lo simple

Casi todos los días muy temprano por las mañanas, antes de irme a trabajar, procuro cruzar la calle para llegar al parque que se encuentra frente a mi casa con el objetivo de pasear a mi hija en su carrito; es una rutina que no hace mucho tiempo comencé a adoptar.  En cada paseo he podido descubrir lo mucho que mi hija disfruta ese pequeño recorrido que abraza un perímetro de cuatro cuadras en donde ella observa e interactúa con su entorno y con las personas que también caminan por el parque, esas personas, en su mayoría de la tercera edad; es muy agradable ver como algunos de ellos, se han ido familiarizando con mi bebé al grado que ya hay personas que se acercan a saludarla. Hay una señora en particular que me alegra las mañanas cuando se acerca a mi hija y con ternura la comienza a piropear, sus comentarios se sienten tan naturales, espontáneos y llenos de luz, que con tanto gusto le respondo con una gran sonrisa, y justo al final de sus oraciones se despide con u...

Calidad no cantidad

Al principio crees tener cientos de amigos y piensas en lo afortunado que eres. Con el tiempo comienzas a creer que los amigos han disminuido considerablemente. Después, con certeza, puedes afirmar que la mayoría son únicamente conocidos y sólo unos cuantos son verdaderos amigos. Así que si tienes la fortuna de contar con un solo amigo, ten en cuenta que tienes algo muy valioso en tus manos y que debe ser cuidado con exquisito esmero.

Yo

Asiduamente nos encontramos en un laberinto de exigencias infinitas hacia los demás.  Buscamos ser comprendidos con el más sutil de los entendimientos aún y cuando no somos pilar de comprensión, buscamos ser agradados hasta con el más pequeño de los detalles aún y cuando ignoramos el valor de agradar, buscamos jamás ser enjuiciados por las palabras de las lenguas ponzoñosas cuando más de alguna vez hemos sido nosotros los que sin pena alguna enjuiciamos a los demás sin sentir el menor de los remordimientos sobre el rigor de nuestras palabras, azotamos sobre los demás el látigo cruel de las expresiones lanzadas de entre los labios y sin querer queriendo despedazamos las ilusiones guardadas en la profundidad del alma. Pedimos todo sin dar nada, miramos al otro anhelosos de recibir, siempre de recibir…  Nos privamos de valorar el esfuerzo ajeno advirtiendo solamente las expectativas no cumplidas sobre nuestros deseos más frívolos, dejamos de mirar a los demás p...