En México cada año celebramos el día de los muertos pintorescamente, ya que muchos artículos muy peculiares para la fecha como lo son: altares, flores de cempasúchil, platillos de comida, catrinas, y claro, fotografías de los difuntos a los que se habrá de honrar, se hacen presentes para dar vida a tan acostumbrada celebración desde la época precolombina.
Entre las costumbres de dicha celebración resuenan las calaveritas literarias: composiciones en verso escritas de forma irreverente en donde se busca expresar diversas narraciones de personas como si estuvieran muertas. Definitivamente una tradición sumamente original y divertida que recomiendo a todos practicar por lo menos una vez en la vida.
Aquí les dejo una que escribí para este año a ciertas personas que se que tomarán con mucho humor mi hazaña.
A lo lejos veo una silueta
caminando por la banqueta
trae consigo un canino
a quien le muestra bien el camino.
¡Es Héctor!, gritó Carlos
contento por su llegada
mientras Celso y Alex suspiraban
por las patitas que él cargaba.
¡Estamos listos para pistear!
todos juntos contentos van
sin contar con que la muerte
cerca de ellos se hacía fuerte.
Muy felices entraron los cuatro
dispuestos a disfrutar
aunque Lessa ya sabía
lo que les iba a pasar.
¡Pobres hombres! dijo la muerte
no saben lo que les espera
pisen bien esa escalera
no vaya a ser que hoy alguien muera.
Ya cansados de beber
se durmieron sin saber
que la calaca los esperaba
Muy ansiosa mientras cantaba.
¡Oigo un ruido!
dijo el tío
muy cerca de este sillón
solamente era la Core
jugando con un botellón.
Fuertemente entró la muerte
con un hacha en cada mano
cuando pronto uno a uno
la huesuda los fue matando
¡Qué alegría! dijo la muerte
ya no habrá música fuerte
y ya solo la cerveza
será para mi amiga Lessa.
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