Tristeza infinita invade el alma al ver como nuestros hermanos viven
eventos desastrosos rebosantes de desgracia, de muerte, de angustia, de llanto,
de pérdida, de desesperación…
Redes sociales, periódicos, noticieros;
todos hablan del acontecimiento que ha marcado la vida de muchas personas y de
una Nación que se estremece entre sollozos de aflicción.
La tierra tiembla afanosa por cumplir con su misión sin la conciencia absoluta
de las secuelas ineludibles que azotan la tranquilidad y el bienestar de la
humanidad.
Es momento de unir los corazones
al mismo compás, es momento de tender la
mano desde lo más profundo de la sensibilidad sobre la desgracia ajena, es
momento de aniquilar la indiferencia y la burla que infortunadamente y solo los
seres humanos somos capaces de manifestar ante tremendas desdichas.
Somos un pueblo fuerte y grande con
el corazón del tamaño de nuestro suelo, no podemos evitar que la fuerza de la
naturaleza continúe con su labor, pero sí podemos unirnos en plegarias y en apoyo
hacia nuestra gente, hacia nuestra tierra, hacia nosotros mismos.
¡México unido hoy y siempre!
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