
Para algunos, el recibir un regalo no es solamente un gesto que envuelva cariño.
Recuerdo que una vez mi padre me dijo que el verdadero regalo no es el objeto en sí, sino el amor, la dedicación, el esfuerzo y el sentimiento que conlleva desde escogerlo hasta el momento en que se entrega a la persona que va destinada.
Pero qué pasa cuando se nos hace creer que un regalo debe ser de un precio alto, de una marca reconocida; algo que sea digno de ser envidiado por otros, y entonces, me abordan las siguientes preguntas: ¿qué es lo correcto? ¿cuál es el verdadero valor de un regalo?.
Infortunadamente, vivimos en una sociedad tan materialista que no somos capaces de valorarnos los unos a los otros por lo que somos sino por lo que podemos dar, no somos valorados por los regalos que salen del corazón, sino por los regalos que salen de la cartera.
Nos estamos encargando de destruir lo que implica el verdadero valor de un regalo, y lo único que estamos logrando, es darle cabida al ego y al materialismo, no me atrevo a juzgar si esto es bueno o malo, pero sí me pregunto: ¿es algo que nos hace felices?.
Alguna vez en alguna página de una red social leí esto: "yo te di 10, él te dio 20. Lo elegistr a él porque era mejor. Lo que tú no sabías es que el tenía 200. Yo solo tenía esos 10".
Valoremos más los regalos que salgan del corazón, no importa el precio, no importa la marca, porque el día que lo único que recibamos sean regalos vacíos, de esos que van ausentes de amor y de cariño, ese día estaremos recibiendo el regalo más barato del mundo aún y cuando el regalo haya sido el más caro.
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